Misión, Visión y Valores Institucionales

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A continuación entregados la visión, misión y valores institucionales que rigen el accionar del colegio San Damián de Molokai

Visión

El Colegio San Damián de Molokai es una comunidad educativa que, teniendo en su centro a Jesucristo, busca ser  un espacio de crecimiento integral para sus alumnos y alumnas, quienes se comprometen crecientemente con su propio aprendizaje y desarrollan aquellas actitudes que los transforman en agentes de comunión y servidores de una sociedad más justa. Una comunidad que evangeliza por medio de la educación y donde las personas -adultos, jóvenes y niños- descubren aquella alegría y felicidad que San Damián encontró en la fe y en el servicio. Una comunidad donde las familias encuentran un apoyo para asumir con más decisión su hermosa y noble misión de educar a sus hijos.

Misión

El Colegio San Damián de Molokai quiere formar, niños/as y jóvenes, en especial a aquellos en situación de vulnerabilidad, abiertos al don de la fe y responsables de su crecimiento humano y académico, para lo cual privilegia un estilo pedagógico evangelizador que busca generar climas afectivos al servicio de un aprendizaje de calidad en todas las áreas. En esta tarea, busca la evangelización de la familia para que se comprometa en la formación académica valórica y de la fe de sus hijos.

Valores Institucionales

En estos valores institucionales queremos expresar lo que más nos importa en nuestra misión educativa, lo que nos mueve y lo que queremos que llegue a configurar la vida de nuestros estudiantes y trabajadores.

Son valores que deseamos que estén a la base de todo nuestro quehacer, teniendo una traducción en cada sector y sub-sector de aprendizaje, en las relaciones humanas y la convivencia escolar y en los diversos procesos de evaluación, tanto de los alumnos como del personal.

Centralidad de Jesucristo. La referencia a Jesucristo y a la visión cristiana de la realidad es lo que hace católica a la educación, dice Aparecida. Más aún, la referencia a Jesucristo es lo que hace cristiana una vida. Por eso, al centro de nuestros afanes no puede estar sino la persona de Jesús, pues “no hay evangelización verdadera mientras no se anuncia el nombre, la doctrina, la vida, las promesas, el reino, el misterio de Jesús de Nazaret, Hijo de Dios”. Encontrando en él la vida, queremos hacer nuestras las actitudes y opciones de su Corazón.

Actitudes asociadas para el ámbito escolar: espíritu religioso, espíritu de oración, testimonio de fe, compromiso pastoral, participación litúrgica, solidaridad.

Respeto por los demás. La dignidad de cada persona nos obliga a tratar a todos con sumo respeto. Cada persona es sagrada, porque es creación de Dios y objeto del amor de Cristo. Por eso, hemos de cultivar un respeto caracterizado por el amor y la preocupación por el otro. Mientras más débil y pequeño se nos presenta el otro, mayor respeto y cuidado merece de nuestra parte: “lo que hicieron al más pequeño de mis hermanos, a mí me lo hicieron”, nos recuerda Jesús.

Actitudes asociadas para el ámbito escolar: diálogo, prudencia, aceptación, comprensión, escuchar, atención al débil.

Responsabilidad con la propia vida. La vida es un don, recibido para hacerlo crecer y darlo mediante el amor. Y para crecer y amar de verdad necesitamos perseverar en la entrega, atender a los detalles de cada día, proponernos metas y enfrentarlas con entusiasmo y esfuerzo. “Bien siervo bueno y fiel, ya que has sido fiel en lo poco, te pondré al frente de mucho”, es la alabanza que hace el señor a aquel que hizo fructificar sus talentos. Lo que nos recuerda que somos más plenos en la medida que somos personas crecientemente dueñas de sí mismas y dispuestas a vivir para los demás.

Actitudes asociadas: cumplimiento, perseverancia, esfuerzo, autonomía, disciplina, adquisición de hábitos positivos, espíritu de superación, consecuencia.

Comunión y fraternidad. Nos comprendemos como seres en relación con los demás, con vínculos que se fundamentan en la común dignidad humana y en la fe. Nos comprendemos hijos del mismo Padre Dios y por tanto hermanos. Por eso, lo que vivimos y hacemos quiere tener el sello de la comunión y el espíritu de familia, que nos impulsa a convivir cordialmente con los demás, hacernos responsables unos de otros y ayudar a construir la gran familia humana.

Actitudes asociadas: cordialidad, preocupación por el otro, amistad, compañerismo, empatía, compromiso con lo común, trabajo en equipo.

Construcción de un mundo de justicia y amor. Nuestra misión en la vida nunca se agota solo en la búsqueda del bien personal y familiar. Nos comprendemos solidarios de todos los seres humanos, especialmente de los más pobres, afligidos y marginados. En una cultura donde se acrecienta el individualismo, queremos cultivar el amor y la solidaridad, mientras construimos una sociedad justa y reconciliada.

Actitudes asociadas: generosidad, colaboración, espíritu de servicio, sensibilidad al dolor ajeno, compasión, atención a la realidad, participación.

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